Me emociona ver a Messi en versión 'rockstar', buscado por los colegas, idolatrado por la gente, rodeado por sus compañeros. Todo esto mientras Joan 'Palanca' Laporta ofrece desesperadamente tres temporadas a un jugador de 34 años (un crack, obviamente) porque se dio cuenta del error garrafal cometido.
Está claro que el 'Maracanazo 2.0' lo cambió todo: Messi sigue siendo humilde e introvertido, pero se le ve feliz y tranquilo como nunca, porque se libró de un peso insoportable, el temor de ser recordado como un jugador incompleto, el más ganador a nivel de club y el más perdedor a nivel de selección.
Después de levantar dos trofeos contra las selecciones más laureadas del mundo en los estadios más icónicos del mundo, Messi sabe que ahora come en la misma mesa de Pelé y Maradona, pase lo que pase en Catar: a los 35 años, ganar el mundial ya no es una obligación ni una obsesión, sino la guinda del pastel para terminar su carrera. Nada más que un sueño, "y los sueños, sueños son".
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