Desde que dejaron el Viejo Continente, Lionel Messi y Cristiano Ronaldo emprendieron rutas diferentes, con destinos que, aunque geográficamente distantes, compartían la expectativa de seguir haciendo historia. Uno eligió la calidez del sur de Florida, el otro apostó por el nuevo proyecto de élite en Arabia Saudita. Y aunque ambos siguen rompiendo redes y generando titulares, cuando se mira con lupa todo lo que han logrado, el panorama empieza a inclinarse con claridad.
Dos leyendas, dos contextos, dos resultados muy distintos
Cuando Messi aterrizó en el Inter Miami en julio de 2023, el club apenas tenía peso deportivo y su presencia en el mapa global era mínima. En cambio, Cristiano llevaba ya seis meses instalado en el Al-Nassr, un equipo con recursos casi ilimitados y un proyecto ambicioso que pretendía dominar las bet de la Saudi Pro League y, de paso, atraer figuras mundiales como Benzema, Neymar o Mané. Ambos clubes crecieron con su llegada, eso está claro, pero a partir de ahí los caminos se separaron rápidamente.
Porque mientras el argentino transformó a un equipo sin pasado en un campeón recurrente, levantando cuatro títulos en poco más de dos años como la Leagues Cup, el Supporters Shield, la Conferencia Este y la MLS Cup 2025, el portugués todavía no ha podido celebrar un solo torneo oficial con el Al Nassr. Y aunque Cristiano siguió marcando goles con una regularidad impresionante, ese impacto no encontró continuidad en lo colectivo, algo que en el fútbol de élite sigue pesando, y mucho.
Las estadísticas dicen mucho, pero no todo
Messi, por su parte, ha jugado 88 partidos y participado directamente en 120 goles, repartidos entre 77 tantos y 43 asistencias, con apenas 4 penaltis ejecutados. Cristiano, en comparación, ha necesitado 29 penaltis para sumar sus 110 goles. Esto no le quita mérito, pero marca una diferencia clara en el tipo de influencia que ambos ejercen dentro del campo.
Además, mientras Messi fue elegido MVP de la MLS, ganó la Bota de Oro y rompió récords de contribuciones en playoffs, Cristiano se quedó con el honor de ser máximo goleador de la liga saudí dos temporadas seguidas, algo admirable para un jugador de 40 años, pero insuficiente cuando se trata de balance general.
Títulos fuera de clubes y premios individuales
En el plano internacional, 2025 también dejó contrastes. Messi fue decisivo en los pronosticos apuestas deportivas de Argentina para conquistar la Copa América 2024, además de ser elegido mejor jugador del torneo, y coronó su temporada con el Premio Laureus al Mejor Deportista Internacional. Cristiano, por su parte, ganó la Nations League con Portugal, con goles clave en cuartos y semifinales, y fue incluido en el XI Mundial de la FIFA.
El impacto mediático y comercial
Donde la diferencia se amplía todavía más es fuera del campo. El llamado «efecto Messi» disparó la asistencia a los estadios de la MLS, rompió récords de audiencia televisiva y convirtió al Inter Miami en una marca global. En 2025, el club vendió más de 2 millones de camisetas, posicionándose en el top 5 mundial, mientras que el Al-Nassr vendió alrededor de 1,2 millones. Nada mal, pero claramente un escalón más abajo.
La MLS, gracias a Messi, atrajo nuevas inversiones, generó acuerdos de patrocinio y abrió las puertas para la llegada de más figuras. En Arabia Saudita, aunque Ronaldo fue el pionero y atrajo nombres importantes, el crecimiento fue más económico que futbolístico. Al-Nassr invirtió a lo grande, pero los resultados en la cancha siguen sin aparecer.
La conclusión es tan clara como incómoda para algunos
Ambos siguen siendo íconos globales, ambos siguen rompiendo registros, ambos desafían el paso del tiempo. Pero si hablamos de éxito integral, Messi ha sacado ventaja. Lo hizo en menos tiempo, con menos recursos y en un equipo sin historia previa. Cristiano, aunque sigue siendo una máquina de hacer goles, ha perdido protagonismo colectivo y ha quedado más asociado al marketing que al fútbol de élite.